Transformers II ...la venganza del sarcasmo

(Irónicamente, una de las cosas más honestas que he escrito en los últimos 365 días)

Cuando me compraron por primera vez un juguete de Transformers, los juegos que elaboraba con mis figuras de acción avanzaron un paso en la escala de la complejidad, porque tenían que hacerle justicia al todopoderoso guerrero recién llegado, Optimus Prime, líder de los Autobots, con su increíble capacidad de transformación que me recordaba al talento que mucha gente tiene para cambiar de forma de uno a otro momento (algo que le llaman bipolaridad)
Este paso de un simple vehículo a un robot hecho a la medida de la destrucción siempre fue un detalle que me impactó, y tras ver el “intento” hollywoodense de plasmar esta legendaria historia, solo me queda agradecer a los genios de los efectos especiales y creación computarizada, hacedores de milagros, que lograron un convertir un pedazo de bodrio, en una droga hipnótica

¿Y que quiero decir con esto? … bueno, definir Transformers II, la venganza de los caídos, es intentar definir el causal del arrepentimiento, es tratar de explicar la infidelidad, o el abuso de sustancias psicotrópicas; es querer justificar lo injustificable, y promover la filosofía de los placeres efímeros del carpe diem; y es que una película como esta te deja un sabor amargo en la boca para toda tu vida, pero vaya que la disfrutaste. Es involucionar en un laberinto de placer 3d, es embrutecerse en una experiencia realmente alucinante que dejará en tu pecho una carga corrosiva, y poco a poco destrozará tu conciencia por saber que en el fondo disfrutaste de algo tan malo.

Tal vez no basta con exagerar los planos lentos, no es suficiente con explotar a Megan Fox miles y miles de veces en poses sugerentes pero nada coherentes, o corriendo sudorosa en una muestra admirable de “valentía y amor incondicional” (¡¡POR FAVOR!!) lo cual genera que muchos de los espectadores lancen un grito de gracias al cielo, Michael Bay debe también plasmar su arte, expresado en planos detalles “poéticos” de Shia La beouf, saltando a través de la arena, o e escondiéndose en una casa en ruinas… “pausa, Megan Fox aparece de nuevo, démosle otra cámara lenta”… “De ahí disparos y explosiones, pero procuren que salga Megan Fox, exacto... en cámara lenta”… la formula de Bay no tiene pierde, el si sabe su “chamba”

Y es que el director, Michael Bay, es un hijo de Hollywood, fruto de la polémica relación entre el arte y lo comercial. Un maestro en de las taquillas, siempre en busca de mecenas que sigan avivando la llama del enriquecimiento ilícito que Hollywood logra a expensas de nuestra inteligencia, y autorespeto. Este niño mimado de la industria norteamericana es el héroe detrás de apoteósicos “tributos blockbusterianos” como es el caso de Bad Boys (1 y 2)

Se repiten los clichés burdos de gags sexuales-humorísticos ridículamente irritantes, en dosis exactas para poner esta película en la categoría de inclasificable, pues recorre todos los géneros de manera tal que es imposible no burlarse, pero todo queda perdonado una vez que los Autobots pelean contra los Decepticons en una marea de colores y movimiento impactantes, entre titanes de computadora y autos de lujo uno simplemente se deja llevar.

Da escalofríos pensar como hubiese sido esta película de la mano de directores mucho mas sobrios y, cabe decirlo, talentosos, pero que a su vez no vean en los efectos especiales un enemigo mortal de la expresión audiovisual, sino un apoyo para magnificar la trama. Tal vez Christopher Nolan o Sam Raimi le hubiesen dado a nuestros amados robots gigantes una personalidad mucho más conflictiva, o a la narración, una dosis más complicada (aunque la trama de esta segunda entrega fue mucho más larga, claro está, para cubrir las casi 3 horas de delicioso suplicio)
En resumen, reitero que fue una experiencia idiotizantemente hipnotizante, que apela a nuestro niño interior para callar al crítico que también llevamos dentro… la computadora demostró su eficacia y demostró que, la herramienta salvavidas del cine comercial puede convertirse, muchas veces, en objeto de culto…Corramos todos por nuestras figuras de acción
¿Que diría Optimus a todo esto? … no lo sé
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Anexo: Estoy casi seguro que la canción de Linkin Park “What I´ve done”, banda sonora de la primera parte, fue un encargo personal del director, como una forma de pedir disculpas… ¿o estaré alucinando cosas?

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